Muchas son las razones para celebrar la llegada del mes de julio. Primero, una fecha que marca la independencia de nuestro país. Un 4 de Julio que todos celebramos de veinte mil maneras diferentes. La otra razón es la entrada final del verano. Calor y días abundantes de luz para ir a la playa.
Entre las veinte mil maneras para celebrar el Día de la Independencia está la reunión de amigos y la familia. Día prácticamente sagrado en el calendario de todos.
Unos prefieren hacer barbeque y probar suerte con la receta que el vecino le enseñó. Otros beben, juegan dominó o disfrutan alguna buena película en casa. Hay quien opta por la música, incluso hacer una pequeña fiesta en casa o una visita inesperada a esa tía que hace un año no ve. Luego, a las 9 de la noche, todos salimos a ver los fuegos artificiales. ¡Esto es imprescindible!
A mí también me gusta celebrarlo así. De una manera u otra. No importa cómo. Lo importante es celebrar la fecha. Tan importante como reconocer que este día encierra todo lo que somos. Todo aquello que hemos heredado y todo lo que hemos logrado.
Reunirnos. Simplemente reunirnos, comer, bailar y hablar. Expresar todo lo que sintamos con esa libertad única que disfrutamos. Es un día de recuerdos y gran orgullo, porque a pesar de nuestros errores seguimos siendo una gran nación.